sábado, 4 de diciembre de 2010

Mirar el mundo desde un lado


Los escritores y la Feria de Fráncfort

La Feria de Frankfurt, que acaba de finalizar, es la referente de negocios más importante para el mercado editorial. Se desarrolla durante cinco días, en los cuales miles de editores, representantes, libreros y otros capitalistas del ramo se reúnen a concertar negocios y discutir sobre ellos. Carlos de Santos, presidente de la Cámara Argentina del Libro, deja claro el objetivo cuando manifiesta que “el verdadero balance de la presentación en Fráncfort se podrá sacar recién dentro de semanas o meses, cuando de las negociaciones resulten contratos concretos”. Tampoco Cristina Fernández de Kirchner obvió los objetivos del evento y abogó por una legislación “que proteja los derechos de propiedad intelectual que cada editor tiene sobre su obra (el subrayado es nuestro)”, con lo que dio por sentado que las obras son del capitalista que las publica y no del escritor que las escribe. En esto acuerdan con ella todos los hombres y mujeres de negocios que se dieron cita en la Feria para comerciar los derechos de autor de las obras.

Tecnología y negocios

Un tema fundamental de esta Feria fue la discusión acerca del rol del libro digital y sus consecuencias en el manejo de los derechos de autor y editoriales. Miguel Sobek, un desarrollador argentino que presentó en Fráncfort la versión digital del best seller El Gran Libro del Dragón, dice que “los que se esfuercen e inviertan para reinventar el libro, den herramientas novedosas a los autores y usen inteligentemente las nuevas formas sociales de difusión tendrán un lugar privilegiado”. Pero Gottfried Honnefelder, presidente de la Asociación Alemana de Editores y Libreros, expresó sus reservas. “Sería un escándalo que todo el saber del mundo quedara en manos de una empresa, que podría abrir y cerrar esa puerta cuando quisiera”, dijo haciendo referencia a Google.

El gigante electrónico dice haber logrado 10 mil socios editoriales fuera de los Estados Unidos. Simon Morrison, al frente de la delegación que vino a Alemania, avisa que pronto saldrá el Google Edition y muestra que ellos están trabajando aquí con muchos editores. El tema legal va por otro lado. Es obvio que la pelea es por quién llevará la batuta cuando se trate de apropiarse de los derechos de autor. Evidentemente, las asociaciones que defiende los derechos de los escritores deberán tomar parte en el asunto, para que no terminen siendo siempre los convidados de piedra.

Si Adorno viviera...

La idea de refundar la Escuela de Fráncfort en la Argentina, de la que participan escritores y funcionarios como Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, participa también de esta cosmovisión. Al abrigo de las palabras de Cristina Fernández, para quien la época impone un “matrimonio entre cultura y economía”, pretenden hacer revisionismo acerca de los conceptos que sobre las industrias culturales desarrollaron Adorno, Horkheimer, Habermas y compañía. El concepto completa en el terreno de la cultura lo que se planifica en otras áreas, como el proyecto de la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas, que sellaría el matrimonio entre el trabajo y la economía.

La Argentina, invitada de honor


En contraste con lo sucedido el año pasado, hubo una sola delegación nacional, encabezada por la Presidenta. En ocasión de la Feria anterior, la Argentina asistió con dos delegaciones que expresaban el distanciamiento entre el gobierno nacional y el de la Ciudad de Buenos Aires, dualidad que no cayó bien en tierras germanas. Ante la crisis que actualmente atraviesa la gestión de Mauricio Macri, parece que llegaron a un acuerdo, y los miembros del equipo que en octubre pasado acompañaron a Hernán Lombardi, esta vez se alinearon detrás de Magdalena Faillacce.

La visita de la Presidenta tuvo como principal motivo la necesidad de allanar el camino a los créditos de origen internacional, pactando con el Club de París el pago de la deuda que el Estado argentino mantiene con ese organismo, a través del acuerdo con nuestro principal acreedor en ese campo, la banca alemana. El encuentro de Cristina y Angela Merckel tuvo ese propósito.

El gobierno, en boca de su máxima representante y de otros funcionarios e invitados, hizo gala de un discurso progresista basado en la defensa de los derechos humanos, pero obviando, claro, la represión a los estudiantes en lucha, la gendarmería enviada en ocasión de la huelga de petroleros en Santa Cruz, la policía contra los docentes y los obreros de Kraft y la impunidad del secuestro de Julio Jorge López, a tres años de ocurrido. Como siempre, cacareó sobre la dictadura militar e hizo silencio sobre la democrática, en la que el genocidio es juzgado en dosis homeopáticas mientras se mantiene procesados a 4.000 manifestantes en protestas sociales. Además ironizó, afirmando que “acá la única que ha venido maquillada es la Presidenta; Argentina no se maquilla ni se maquillará”. Es cierto: no es fácil maquillar la entrega del dinero de los jubilados al pago de la deuda con el Club de París mientras se niega el 82% móvil que les pertenece históricamente.

Los escritores y la demagogia gubernamental

Es más sencillo maquillar un discurso acompañada por escritores que gozan de bien ganado prestigio literario y que defienden la política de derechos humanos de este gobierno.

Juan Gelman, por dar un ejemplo emblemático, afirmó: “Creo que tenemos el mejor gobierno posible al que podía aspirar la Argentina (...) Hay cosas no resueltas, hay errores que comete el gobierno, pero al mirar un poco lo que es la oposición, ¡Dios mío!, es una oposición sin programa que lo único que propone es que cualquier medida o proyecto del gobierno es malo”.

La elección del mal menor, reivindicada aquí por Gelman, refleja una posición pasiva, que contrasta con la que defendieron los militantes desaparecidos en la década del setenta. Es evidente que ningún gobierno, ninguna política, es imparcial. La Presidenta le enmienda la plana con la elocuencia que la caracteriza: “No existe el hombre aséptico, objetivo, que mira el mundo desde la nada, el mundo siempre se mira desde algún lado, siempre, aun cuando uno crea que lo hace desde ningún lugar”.

Siempre se mira el mundo desde algún lugar, es decir, en política siempre se defiende algún interés. El tono aséptico de Gelman, que supone que un gobierno defiende el bien común, es falso e hipócrita. Suponer que existe una técnica para superar la contradicción de una sociedad dividida en clases lleva a un callejón sin salida. Todas las políticas del nacionalismo burgués han terminado con la derrota de la clase cuyos intereses decía defender. Quien siempre ha salido airosa con las políticas del nacionalismo ha sido la burguesía, nunca la clase obrera. No se trata de técnicas; se trata de tomar partido por una de las clases en pugna.

La oposición tiene el mismo programa que el gobierno. Ninguno de sus voceros ha criticado que se pague la deuda con el Club de París, ni que ese dinero salga de la Anses o de las reservas del Banco Central. Y no lo han criticado porque harían lo mismo.

Formar una corriente de escritores independientes

Tomar partido por una fracción que disputa con otra de la misma clase la gestión de los negocios capitalistas es entrar en un callejón sin salida.

Los escritores debemos mantener una posición independiente del Estado y de cualquiera de sus gobiernos. Griselda Gambaro dijo, en su discurso en la Feria, que “así debe ser por razones de sano distanciamiento en la preservación del espíritu crítico”. Y agregó: “El mal del mundo nos contamina e incluso contamina los mejores ámbitos, aun los de esta Feria (...) Mal del mundo que no consiste en fatalidades ineludibles sino en el resultado de un sistema (...)”.

Es al sistema capitalista, al que alude Griselda Gambaro, al que defienden tanto este gobierno como su “oposición”. Formemos una corriente de escritores independientes que luche junto a los trabajadores para imponer un sistema sobre nuevas bases sociales.

LuchArte Escritores

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