sábado, 19 de febrero de 2011

De Túnez a Egipto. Juan Goytisolo

El vendaval de libertad que sacude los países árabes desde la inmolación del joven tunecino Mohamed Buazizi el pasado 17 de diciembre rompe una serie de clichés y lugares comunes sólidamente enquistados en la opinión europea y en nuestros Gobiernos: el de su fatalismo y resignación a la arbitrariedad y el de la incompatibilidad absoluta entre islam y democracia.

Diremos de entrada que todas las religiones monoteístas son contrarias a priori a aquellos sistemas de gobierno que escapan a su poder: la historia española, con la alianza sagrada del Trono y el Altar y el recurso a la divinidad para encubrir las dictaduras de espadones, es un buen ejemplo de ello. Los viajeros franceses e ingleses que recorrían la Península solían recurrir al almacén de tópicos sobre nuestro presunto apego -salvo en breves momentos de incontrolado furor- al absolutismo monárquico y a la iglesia en la que se apoyaba. Las experiencias frustradas en la Primera y Segunda República abundaban en ello. Hasta hace menos de cuatro décadas España era gobernada por un Caudillo por la gracia de Dios.

Dichos prejuicios omiten el hecho de que la rebelión de los pueblos sojuzgados por el miedo, la injusticia y la ignorancia se incuba en silencio pero un conjunto de factores imprevisibles puede hacerla inflamar.
  
Aunque la situación política y económica de Túnez y Egipto sean muy disímiles, la chispa que ha prendido en ambos tiene un elemento en común: el hartazgo de una gerontocracia que tiende a perpetuarse en el poder mediante una encubierta sucesión dinástica que bloquea toda posibilidad de cambio. El régimen de Ben Ali era un Estado policiaco que controlaba estrechamente cualquier señal de desafección, mientras acallaba el descontento de una buena parte de la población a cambio de concederle un nivel de vida decente que no abarcaba todo, como han mostrado los hechos a los habitantes del interior y del sur.

El Túnez que visité por última vez hace poco más de 10 años (El Magreb a vuelo de pájaro, EL PAÍS, 1999), evocaba en muchos aspectos la España de la Restauración y la de las dictaduras del siglo que dejamos recientemente atrás. El de un régimen político en apariencia moderado y pro-occidental sostenido por la Unión Europea en cuanto firme baluarte frente al extremismo islamista. Quienes conocíamos el nepotismo y corrupción del clan Ben Ali-Trabelsi, nos preguntábamos cómo podía mantenerse indefinidamente, y la mejor respuesta que he leído hasta la fecha es la siguiente: "El moderantismo se instala para siempre mediante una corta oligarquía de hombres entendidos en la Administración y en los negocios, y acaba por anexionarse el Estado, convirtiéndolo en dependencia de un partido. Su política consiste en hallar un orden legal que cubra el despotismo, y en cebar las ambiciones con el fomento de los intereses materiales. Sus armas: el autoritarismo y la corrupción".

Pero dicho retrato no es el de Túnez sino el de la España del siglo XIX trazado por Manuel Azaña en su ensayo Tres generaciones del Ateneo. El "arte de fabricar parlamentos sin diputados de la oposición", el descrédito de los partidos políticos, la fachada supuestamente democrática eran comunes a nuestros antepasados y a los tunecinos y egipcios de hoy.

En el Egipto de Mubarak la situación es más grave que en el Túnez de Ben Ali: a la saciedad de unas élites educadas y de una clase media empobrecida hay que sumar la pobreza en la que vive sumido el grueso de la población. Más del 20% de esta subsiste con dos euros al día y quien gana el equivalente de 100 mensuales se considera afortunado. En 2008, después de 10 años de ausencia, descubrí que el nivel de vida de la mayoría de los egipcios había descendido aún y el abismo entre quienes acaparan la riqueza del país y quienes no poseen nada se había profundizado. La situación era explosiva y el contagio inmediato de la revuelta tunecina no me sorprendió. El rostro acartonado del Faraón profusamente retratado en las avenidas y plazas de El Cairo parecía un insulto a los millones de jóvenes sin trabajo ni expectativas de cambio. Resulta difícil prever hoy el resultado de la actual explosión, de esos "días de ira" que encienden a la población egipcia y la empujan a desafiar la represión brutal de un poder asediado y exhausto.

El levantamiento espontáneo de los tunecinos y egipcios propagado por las redes sociales creadas por Internet y la telefonía móvil no obedece a las consignas de ningún jefe o partido: los ex súbditos convertidos en ciudadanos que expresan su exasperación han roto con la psicología que sustenta la fidelidad y con el reflejo de sumisión al poder. Los peligros que acechan a dichos movimientos son el consabido recurso al Ejército como instrumento de salvación o a su recuperación por los movimientos islamistas. 

Con todo, estos últimos parecen haber aprendido la lección de sus anteriores fracasos: su apoyo a la candidatura de El Baradei y la referencia a Turquía son otras tantas razones que inducen a la esperanza en un cambio real y democrático.


Juan Goytisolo

 El País 02/02/2011

viernes, 18 de febrero de 2011

Egipto y Túnez en la mirada de los escritores árabes, II

Rebelión en el mundo árabe. El debate de los intelectuales

Resaltan que se viven acontecimientos históricos que se propagarán a toda la región

Seis escritores árabes se pronuncian sobre las sublevaciones de los pueblos de Túnez y Egipto

Reportaje


Boualem Sansal ARGELIA "Soy pesimista"
"De un confín al otro, el mundo árabe se encuentra en un estado de efervescencia que ha llegado a niveles críticos o los ha sobrepasado, como en Túnez y en Egipto, donde reina una situación revolucionaria patente. Esta evolución, que muchos presentían, es el resultado de la decadencia extrema en la que se encuentran estos países desde hace mucho tiempo, bajo la mirada fascinada, indiferente o cómplice de los Gobiernos occidentales.
Por una parte, tenemos regímenes desgastados por la edad, la enfermedad y el vicio, pero capaces de una gran violencia, y por otra, unos pueblos pisoteados que se debaten en la miseria. Entre los dos, un vacío espantoso que ha sido ocupado poco a poco por los islamistas y por organizaciones mafiosas (ligadas al poder de los islamistas) que prometen el paraíso. Los partidos de oposición democráticos tolerados proporcionan la fachada democrática de las dictaduras y los rebeldes han sido obligados a exiliarse en Europa.
Por lo que a mí respecta, soy pesimista: sin una sociedad civil organizada y decidida, sin el apoyo activo de los demócratas de todo el mundo, los poderes actuales y los islamistas van a aprovecharse de la rabia de los pueblos y a adueñarse de la apuesta. El clan de los dictadores y la internacional islamista se van a movilizar para vencer e imponerse a los pueblos y esta vez los islamistas estarán en primer plano. Por eso debemos ganar esta batalla. El asunto no es solamente un asunto árabe, es mundial".

Mahi Binebine MARRUECOS "Desprecio y arrogancia"
"La palabra hogra es intraducible a las lenguas románicas. Es un sentimiento que conjuga el desprecio y la arrogancia del dominador con la impotencia temerosa del dominado. Un sentimiento ancestral heredado del feudalismo y que el periodo colonial no hizo otra cosa que reforzar.
Los colonos nos clavaron un cuchillo en la espalda, y al marcharse solo se llevaron el mango, reemplazado en seguida por otro: el de las presidencias monárquicas, el de los clanes, el de las mafias sanguinarias que han seguido chupando con deleite la sangre de los anémicos bajo la mirada cómplice de un Occidente que, a la vez que cantaba el himno de la democracia y de los derechos humanos, continuaba apoyando, por interés, a esos regímenes que negaban las libertades elementales.
En el pasado, la guerra denominada fría provocó la miopía complaciente, hoy es el fantasma del peligro islamista el que domina y atormenta las buenas conciencias. Hogra es un sentimiento que incluye también la sed de justicia. Los regímenes pantalla ya no pueden nublar las miradas fijas sobre la suerte de los palestinos en Gaza y en otros lugares. El pueblo tunecino al que nosotros, magrebíes presuntuosos, hemos calificado de cobarde y sin personalidad, nos ha mostrado el camino. Egipto está a punto de seguir sus pasos. Y otros inevitablemente seguirán esa senda. Un mundo globalizado no solo tiene inconvenientes. ¡La rebelión popular de Túnez ha cambiado ya el sentido de la historia! ¿Quién entre nosotros habría imaginado ver en tan breve plazo el final del miedo y el rechazo radical de la injusticia y de la humillación? Estoy convencido de que, más que una revuelta socioeconómica, es una sublevación a favor del respeto y por el fin de la injusticia, es una apuesta por la dignidad, el respeto y la libertad, contra la hogra".



Habib Selmi TÚNEZ "Revolución del jazmín"
"La revolución de los jazmines en Túnez (yo prefiero llamarla la Revolución de la Dignidad) es un acontecimiento sin precedentes. Ha sorprendido a todo el mundo, incluidos los políticos de la oposición e intelectuales, lo que demuestra, si es que había necesidad de demostrarlo, lo alejada que está la élite del pueblo, sobre todo del de esas regiones lejanas como Sidi Bouzid o Kasserine, de donde partió esta revolución. Lo que pasó en Túnez y en Egipto, y puede ser que pase muy pronto en Argelia, prueba que los árabes, contrariamente a todo lo que se dice en Occidente con una certidumbre teñida de cierta arrogancia, sienten un profundo apego por la libertad y la democracia.
En mi opinión, tres factores contribuyeron a que la revolución en Túnez haya sido posible. El más importante es la juventud tunecina que desencadenó esta revolución y pagó un alto precio (la gran mayoría de los asesinados por la policía y las milicias armadas del antiguo régimen son jóvenes). Túnez es el país magrebí con la tasa de alfabetización más alta. El segundo factor es la existencia de una clase media, en contraste con lo que sucede en la mayoría de los países árabes. El último factor reside en el lugar tan importante -en comparación con los demás países árabes- que ocupa la mujer en Túnez.
Sé que el camino es todavía largo hasta que Túnez se convierta en un verdadero país democrático, pero soy bastante optimista, y cómo no serlo después de todo lo que este pequeño país nos ha demostrado.



Omar El Keddi LIBIA "Emigrar al mundo virtual"
La gran similitud de las revueltas tunecina y egipcia confirma que vamos a contemplar otras más en los países árabes, que en ocasiones tendrán perfiles diferentes, según sea la naturaleza de los pueblos y la estructura de sus sistemas políticos.
Los elementos más importantes para conseguir que triunfe cualquier revuelta son los siguientes: un número cvonsiderable de jóvenes activistas en las redes sociales, como Facebook y Twitter; un número considerable de organizaciones de la sociedad civil, porque son indispensables para negociar con el régimen e incorporarse al nuevo Gobierno; asegurarse de que el Ejército no apoyará al régimen, como ha sucedido en Egipto, y mejor aún si se coloca a favor del pueblo, como en Túnez.
Los jóvenes árabes tenían varias opciones: emigrar legal o ilegamente a Occidente; emigrar a Afganistán, Irak, Yemen, etcétera, y luchar allí; emigrar hacia la corrupción y pisotear a la gente de su propio país. Pero lo último que hicieron fue emigrar hacia un mundo virtual. Allí pueden expresarse con libertad aunque sean ateos u homosexuales.
Este mundo les da el coraje que necesitan para cambiar el mundo real. Como no tienen experiencia política, no son capaces de convertir su revuelta en una completa revolución. Sin embargo, ahora han descubierto su fortaleza y probablemente se meterán en política, como los estudiantes europeos del 68.
Con seguridad, estos jóvenes transmitirán su esperanza a sus pueblos, lo que quiere decir que no solo acabarán con las dictaduras, sino también con el fundamentalismo islámico. Sin embargo, si se les roba su revuelta, habrá una nueva ola de terrorismo.
En Libia no hay suficiente sociedad civil, ni partidos, ni Constitución desde 1969. Por el contrario, sí hay gran activismo en Internet y el Ejército es demasiado débil para medirse con las brigadas de seguridad del régimen. El Estado tiene mucho dinero para resolver cualquier problema y comprar las voluntades de las tribus. Creo que, a menos que trabajemos para resolver estos problemas, veremos muchas revueltas, pero sin apenas resultados positivos.

Nouri Gana TÚNEZ "El terreno está abonado"

El 14 de enero, las protestas masivas en Túnez obligaron a Ben Ali a huir a Arabia Saudí. Ahora el país está dirigido por un Gobierno de coalición y se van a celebrar elecciones dentro de seis meses. La revolución tunecina ha iniciado un proceso irreversible de democratización en todo el mundo árabe, ejemplificado por lo que está pasando en Egipto.
Todos los árabes tienen tantos deseos de cambio como los tunecinos o los egipcios, pero cada revolución tiene su momento, su contexto y sus causas específicas. Es difícil predecir en qué otro lugar del mundo árabe habrá una próxima revolución, pero es fácil afirmar que el terreno está abonado para que suceda en cualquier lugar y en cualquier momento. Para mí es un motivo de regocijo este gran paso hacia adelante, este sentimiento de esperanza y posibilidad tras décadas de decadencia árabe; y esto es el último logro de la revolución tunecina.
Pero el camino a seguir es todavía arduo, como demuestra el caso tunecino. No serán solo las elecciones las que aseguren la salud de la democracia, sino la práctica cotidiana de la democracia ejercida por el pueblo. Más que nunca, Túnez necesitará toda la asistencia y ayuda de la comunidad internacional y de la ONU para superar el delicado periodo posterior a esta revolución popular.


Ahmad Yamani EGIPTO "El cambio ya está aquí"

Lo que está ocurriendo ahora en Egipto es algo totalmente nuevo; desde la revuelta egipcia en 1919 contra la ocupación inglesa, no ha habido ninguna otra revolución popular con la intensidad de la actual. Hay ya quién lo llama "mayo del 68 árabe". Jóvenes modernos llamados "los de Facebook", la mayoría de los cuales carece de adscripción política, decidieron comenzar la revuelta el día 25 de enero, día nacional de la policía egipcia, lo que se convirtió en un símbolo contra la violencia y la tortura. Lo deciden y lo logran, tomando la chispa tunecina para llevarla a un país al que le cuesta tanto moverse y de gran importancia tanto geopolítica y como demográfica. Jóvenes que han sentido la necesidad de un cambio radical a todos los niveles. Hemos escuchado el legítimo grito común de un pueblo, tras 30 años de brutal dictadura, contra un Estado policial en el que regía la ley de emergencia: "¡El pueblo quiere derrocar al régimen!". Pase lo que pase, el cambio ya está aquí.

El País

Egipto y Túnez en la mirada de los escritores árabes


Robin Yassin-Kassab ESCRITOR SIRIO Las protestas contra el régimen en Egipto no tienen precedente en magnitud, frecuencia y violencia. En Shubra, Dokki, Mohandassen y Bulaq, en El Cairo, la gente entonó cantos diciendo “el pueblo quiere la caída del régimen”, y desafió los gases lacrimógenos y a los matones con bastones en la plaza central de Tahrir. El impulso revolucionario todavía está vivo en Túnez, donde los periodistas tomaron los medios, y ahora avanza por Egipto. Si la protesta se mantiene y se propaga en los próximos días, la grieta que surgió en el orden de Egipto se expandirá rápidamente.

Ahdaf Soueif, escritora
Ahdaf Soueif NOVELISTA EGIPCIA El cambio ya se produjo. Cómo será a largo plazo, no lo sabemos. Pero el sentimiento en el país se modificó. El sentimiento, robando el eslogan de Obama es: “¡Sí, podemos!” Esta es una revolución de los jóvenes, con los viejos en el papel secundario. La organizaron a través de Facebook y en reuniones virtuales. Y cuando salieron a la calle vieron cuántos eran y lo variados que eran. Jean Genet, describiendo la “revolución palestina”, dijo que la atmósfera era como París en el ‘68 pero con buen humor y cortesía. Eso es lo que se siente aquí. Esta animación y este sentimiento de poder. Hacía mucho tiempo que no teníamos algo así. Esto es el cambio.

Mourid Barghouti, poeta
Mourid Barghouti POETA PALESTINO “Nada estalla de repente; aun los terremotos se ponen en movimiento desde la profundidad de la tierra hasta los techos de los poblados”. Este verso de un poema que escribí hace dos décadas me vino a la mente cuando los jóvenes de Túnez transformaron a su soberano de dictador poderoso en rata asustada buscando un lugar para esconderse, y en un mes de protestas civiles, lograron cambiar la historia.
Mientras escribo estas palabras, están llegando imágenes desde El Cairo donde los manifestantes contrarios a Mubarak agitan la bandera tunecina y entonan el verso más famoso de la poesía tunecina: “Cuando el pueblo decide vivir, el destino obedece y se rompen las cadenas”.

Tamim Al-Barghouti POETA PALESTINO El tirano sólo existe en la mente de sus súbditos, el amo sólo reside en la percepción del esclavo. Los intentos de resistencia han sido abundantes en la historia reciente de los árabes, muchos de ellos en Palestina. Pero, a diferencia de estos, el ejemplo tunecino tuvo éxito: ensanchó la imaginación del pueblo, modificó su percepción, aumentó su confianza en sí mismo y le mostró lo frágiles que son los tiranos.

01/02/11
Por THE GUARDIAN / Carín

MARIA ELENA WALSH. Un homenaje sin olvidos

Probablemente no haya argentino que no pueda tararear algún verso, alguna canción de María Elena Walsh. Sin el aparato de propaganda de las disqueras ni de las grandes editoriales, sin los medios de comunicación machacando su obra, habiendo dejado de componer hace más de 30 años (1978), renuente a las entrevistas, esta mujer acompañó -y educó- de forma discreta pero perdurable a tres generaciones. La ayudó una herramienta difícil de controlar: el canto de las madres y los padres, quienes habían aprendido sus canciones de chicos. Algunos de sus personajes, como la Tortuga Manuelita, Doña Disparate o Dailan Kifki están incorporados a los libros de texto de media América Latina. Su producción comprende 22 discos, 16 libros para niños, 15 libros para adultos y una película.

¿Quién fue?

María Elena Walsh nació en Ramos Mejía el año que Uriburu daba el golpe del '30, en una familia de clase media leída y de costumbres liberales. Su padre, ferroviario y pianista de origen inglés, entrenó a su hija única en las canciones infantiles y los juegos de palabras de la lengua de Dickens -una huella que selló el estilo de su obra. La chica cursó la secundaria en la liberal Escuela de Bellas Artes y a los 17 años publicó su primer libro, "Otoño imperdonable", con el que obtuvo el segundo Premio Municipal de Poesía -y esto porque el jurado la consideró muy joven para adjudicarle el primero. Pero Borges, Neruda, Silvina Ocampo y Juan Ramón Jiménez la elogiaron como a una gran promesa. Deslumbrado, el autor de Platero la invitó a estudiar en Maryland, y hacia allí partió la joven.

A su regreso de Estados Unidos, María Elena Walsh -disgustada con la "asfixia cultural" y la censura impuesta por el "peronismo facho"- se autoexilió en París (1951). No fue la única razón: "París era la libertad con todo lo que esa palabra significa. Acá había dos presiones muy grandes para cualquier joven, y más para una chica: una era la familiar y la otra, la de la sociedad en que vivíamos. Estábamos en una dictadura donde la Iglesia tenía como siempre una pata metida". Allí, se enamoró de la musicóloga y folklorista Leda Valladares y formaron un exitoso dúo hasta 1963. "Leda y María" fueron aplaudidas y grabaron varios discos en Francia y también en la Argentina, donde continuaron un extraordinario trabajo -comenzado por Leda años antes- de recopilación de ritmos y canciones de las copleras del Noroeste. Mientras Walsh se afianzaba como compositora y poeta, el dúo fue protagonista de la gran renovación del folclore de los años '60.

Para entonces, había hecho las paces con el peronismo. Influida por el feminismo europeo, recuperó sobre todo la figura de Eva Perón y se definió entonces -y lo haría el resto de su vida-, como una figura amante de la "reconciliación", apaciguadora de los conflictos sociales.

La única liberación que predicó Walsh fue la de la mujer, pero separada de cualquier otra lucha libertaria. En "Carta a una compatriota", publicada en la revista "Extra" antes de las elecciones de 1973, María Elena Walsh criticó al régimen social -"fueron mujeres y niños los primeros seres humanos a los que explotó a muerte la Era Industrial, arrancándolos por la fuerza del Sacrosanto Hogar. Y es nuestro mundo Occidental y Cristiano el que no permite a la mujer trabajadora disfrutar sin angustias..." -pero asegura que los partidos, "aunque sean armados", ofrecen poco más que servir café a las mujeres. No son las elecciones sino el Movimiento de Liberación Femenina la alternativa política para las mujeres.

"Detrás de todo lo que doy hay un enorme deseo de reconciliar, junto a la necesidad de no acomodarme a ciertas normas", reconoció varias veces. Esta postura explica que, a pesar de sus críticas -a veces agudas, a veces más ingenuas- al formato autoritario o a la explotación capitalistas, se sintiera irritada de las luchas setentistas, las que a su juicio conspiraban contra un país "reconciliado". En ese período, sus obras "políticas" son vulgares y simplonas ("Los ejecutivos"), cuando no ejemplo de un macartismo vulgar, como el que se aprecia en:

"Gilito del Barrio Norte que la vas de inconformista/ y te conformás con ser flor de burgués,/ sacristán de la violencia/ mientras vos no la ligués./
Lo pasás haciendo escombro con cambiar las estructuras/ y no arrimás un ladrillo si se cae la pared./ Por los piolas que prometen como vos, ya me avivé/ que con redentores rojos nos comerían los piojos/ mañana peor que ayer."

Walsh avaló a los militares que la salvaron de los redentores rojos aunque, molesta porque la dictadura censuró alguna de sus canciones, en julio de 1978 decidió "no seguir componiendo ni cantar más en público". Un artículo titulado "Desventuras en el País-Jardín de Infantes" suele mencionarse como prueba de su postura antidictatorial o de defensa de los derechos humanos. Ni ahí. Las posiciones de Walsh no llegan ni a los dos demonios: si bien criticó la censura, concedió total legitimidad a la masacre perpetrada por la dictadura. "Que las autoridades hayan librado una dura guerra contra la subversión y procuren mantener la paz social son hechos unánimemente reconocidos. No sería justo erigirnos a nuestra vez en censores de una tarea que sabernos intrincada y de la que somos beneficiarios. Pero eso ya no justifica que a los honrados sobrevivientes del caos se nos encierre en una escuela de monjas preconciliares, amenazados de caer en penitencia en cualquier momento y sin saber bien por qué" (Clarín, agosto de 1979).

El feminismo bobo de María Elena no distingue a derecha o izquierda. En "Sepa por qué usted es machista" (Humor, 1980), retoma un macartismo vulgar: "Porque usted ama el orden por sobre todo, y cada cosa en su lugar, las mujeres en la cocina (o en cueros en tapas de revistas), y Pinochet, Castro y García Meza en el poder". Finalmente, "Como la cigarra", la bellísima canción que se pretende un homenaje a los desaparecidos no es tal cosa: fue escrita en 1972. Son estas posiciones y no las contrarias las que explican que entre 1984 y 1989 fuera la única artista invitada a integrar, por decisión del presidente radical Raúl Alfonsín, el Consejo para la Consolidación de la Democracia. Una década después, volvió a causar polémica cuando pidió que los docentes levantaran "la carpa blanca", armado en señal de protesta por aumento de salarios y contra la reforma educativa durante el gobierno de Carlos Menem.

¿Y qué fue lo excepcional?

El aspecto más herético y revulsivo de María Elena Walsh está en su obra, que cuanto más se aparta del mensaje político, más interesante y rupturista se vuelve. "En 1964, era un concepto revolucionario pensar que la versificación no tenía porqué tener un contenido didáctico", dijo alguna vez Walsh. Y, efectivamente, su obra dejó de lado la tradición pedagógica y moralizadora típica de la literatura infantil, al estilo de Constancio Vigil, para "utilizar el verso y la palabra como partes de un juego, despojándolos, en lo posible, de todo contenido didáctico paralizante".

María Elena Walsh cuestiona el orden existente no cuando dice "capitalismo", sino cuando escribe sinsentidos en lenguaje coloquial, desarrolla complejos juegos lingüísticos, se hunde en el más desopilante disparate (qué disparate, se mató un tomate), apela a las metáforas y a la paradoja. A lo que hay que sumarle una enorme versatilidad musical y el desparpajo de alternar, en un mismo disco, un gato o un pericón con melodías japonesas. Cuando desestructura las reglas del lenguaje, cuando desestructura el sentido común, se acerca a esa revolución que tanto repudió.

La muerte no redime de equivocaciones ni de nada. Una obra tan plena, seguramente sí.

Olga Cristóbal

PO 1163 20/1/2011 Cultura